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Política, poder y mito

Cree en los políticos: en lo que dicen, en lo que hacen, como nos hablan, como nos tratan, como nos estudian y como nos necesitan... Es más, ¿cree en la política? Muchas veces ha escuchado estas preguntas y soy yo uno más que se las recuerda, pero esta vez intentare que no tengan la misma respuesta.

Deberíamos empezar por aclarar que la política no es algo de los Políticos, es decir, que no solo el hombre que ejerce el poder hace uso de ella. Si retrocediéramos el tiempo hasta algunos siglos antes de Cristo, encontraríamos en el pueblo Griego el origen del concepto de “Política de Estado” como el poder, la acción y ejecución por medio de la palabra. Aquí vemos que la palabra juega un papel importante; pero no es esa palabra suelta, aislada, sino la que está en función de una idea más amplia. Por ejemplo, cuando nosotros queremos expresarnos, ya sea para hacer conocer algo o convencer a alguien de alguna cosa, no lo hacemos de cualquier manera; buscamos la mejor forma, la que más se entienda o la más persuasiva. Así entendemos el discurso como el camino que produce la mente para tomar las palabras adecuadas y expresar la idea deseada. Por lo tanto todos somos políticos y no podemos creer o no en la política, porque es un ejercicio que estamos haciendo a diario. Son los hombres que toman el poder del Estado, que hacen de la política un mito del cual cada vez se cree menos.

Cuanto hace que no vemos a nuestros representantes políticos debatiendo fuertemente, enfrentándose con sus discursos, como dos payadores, ante un auditorio que entregará el triunfo a uno de ellos. Temen a la justicia de los ciudadanos, a esa justicia que se basa en la razón, lo divinamente razonable. Esto es política y nó los monólogos que vemos a diario a través de los medios de comunicación, en donde no hay nada improvisado, alguien que cuestione, que se oponga; en donde todo parece maravilloso pero la realidad nada tiene que ver con esto. Seguramente nos observan desde sus sillones muy cómodos, como títeres a los que hay que manipular.

El poder es de cada uno de nosotros, no lo entreguemos a manos incompetentes. Nuestro voto es la mejor y única carta que le podemos jugar a los Políticos.


Este texto fue realizado en junio de 1999 por: Alejandro Costanzo

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