¿El periodista es un títere del poder?
Un periodista debe intentar obtener o descubrir toda información de interés público y comunicar la noticia a la sociedad mediante un tratamiento que puede ser escrito, oral, audiovisual o gráfico. por Alejandro Costanzo En principio se puede decir que esto se cumple. Pero si se hiciera un análisis más profundo que tenga en cuenta bajo qué condiciones tiene que desempeñar su profesión se podrá entender que esta actividad se ha convertido prácticamente en una "careta" de la realidad. Política, poder y medios son tres palabras que le dan sentido al actual rol del periodismo. Las decisiones de publicar o no publicar determinada información no dependen de la persona que investigó sino de los directivos de los medios. Individuos que representan la voluntad de los dueños de los medios. Así se determinan los condicionamientos económicos, políticos e ideológicos que se deberán defender antes de informar a la sociedad. Además, los gobiernos generalmente coartartan la actividad periodística con políticas de control directas: mediante funcionarios que se comunican con el periodista o el propio dueño del medio para hacerle saber que no están de acuerdo con lo que se informa; o indirectas: cuando el gobierno pide a algunas empresas que tienen buena relación con ellos, que no publiciten en determinado programa o medio de comunicación. Así, se ejerce un doble juego de presión ideológica y económica que instala una lógica de funcionamiento nefasta para la actividad periodística y por consiguiente para la sociedad. Una frase que sintetiza este espítitu es: "si no hacés lo que te digo, te mando a la quiebra". Pero no todo se puede tapar, es decir, que el poder político (gobierno) o económico (empresas) no están constantemente actuando para que no se digan las cosas que molestan a sus intereses porque quedaría en evidencia ante la sociedad. Sin embargo, controlan que la manera de informar sea "adecuada" y los afecte lo menos posible. Esta situación se genera por la connivencia entre los poderes mencionados y los que manejan los medios de comunicación. El resultado: un periodismo que es esclavo virtual de los intereses y los negocios de unos pocos inescrupulosos en detrimento de la sociedad. Para que esta situación cambie es necesario que los medios de comunicación dejen de ser grandes empresas con fuertes intereses económicos y que se limite la conformación de multimedios que tienen en su poder varios canales, radios, revistas, diarios, etc. Sólo así se podrá garantizar la PLURALIDAD en la información y la relativa INDEPENDENCIA periodística de los poderes. Se debe revalorizar también la labor del periodista para que deje de ser un títere y pueda cumplir su rol de informar a la sociedad sin condicionamientos. La moderna herramienta de la democracia conocida como AUTOCENSURA, obliga al periodista a pensar a quien afectará cada vez que trata de contar algo y el temor de perder su empleo por eso. Mientras el periodismo continúe siendo un títere del poder no se podrá avanzar hacia un país más justo, libre y digno. |
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JOSE LUIS RIVERAS -